Este Weblog tiene la finalidad de difundir la Propuesta Socioeducativa de la Institución Teresiana para América Latina, es una copia fiel del Libro publicado en su 2da. edición 2009. También encontrarán otros libros importantes en archivos pdf. Prof. César A. Véliz Fernández

2.1 Énfasis Comunes


1. Nos animamos a presentar en forma de tríadas las líneas estratégicas que se desprenden de nuestras miradas. Lo hacemos conscientes de que rompemos así con la costumbre en nuestras ciencias sociales de ver siempre dualismos, cuando no dicotomías, los cuáles –pese al contenido real que puedan sustentarlos- resultan no pocas veces paralizantes. En la contraposición simple, maniquea, se juega casi siempre al antagonismo y a la eliminación del contrario. Las posiciones antitéticas parecen situaciones terminales que se excluyen mutuamente. El acercamiento de una a la otra sólo puede significar la supresión de una de las dos.
 2. En cambio, la imagen de la tríada está más asociada al movimiento, al diálogo, al proceso, al desequilibrio, al cambio, y en tal medida representa el espacio de la negociación, de la articulación, de la mediación. Podemos entenderla también en tanto dialéctica de inclusión y participación. Igualmente nos permite prestar atención a las situaciones distintas que están surgiendo como posibles respuestas a un problema o conflicto.
 La tríada nos recuerda, además, que los procesos no se agotan en los términos polarizados o contrapuestos. Por eso la dinámica triádica nos pareció más apropiada para lanzar nuestra mirada a los retos del momento presente. Con ella queremos expresar nuestras líneas comunes de acción como procesos abiertos de articulación de elementos disímiles para ir construyendo una realidad nueva en nuestro continente, que reclama toda nuestra creatividad, audacia, sagacidad, así como nuestra paciencia, sensibilidad y sencillez.

2.1.1 Evangelización – Compromiso Social – Proyecto Educativo
Esta articulación es fundante en la vida de Pedro Poveda y referencia ineludible para todos nuestros proyectos y acciones educativas. Estamos llamados a construir o recrear nuestros proyectos de modo  que cuestionen la realidad de injusticia, exclusión e indiferencia de nuestro continente y colaboren con su transformación, en respuesta a las interpelaciones del Evangelio y del carisma povedano hoy:
 Nos comprometemos a revisar nuestros proyectos socioeducativos en la perspectiva de mantener vivas las raíces que nos convocan e interpelan a responder a los nuevos desafíos del momento  con audacia evangelizadora y conciencia eclesial para apoyar los procesos de transformación social y  construcción democrática.

 2.1.2. Dimensión Global – Regional – Local
 Nuestra vida cotidiana en el tiempo presente va más allá de lo local. Ella se halla atravesada por otras dimensiones que no podemos perder de vista al elaborar y desarrollar nuestras propuestas educativas. En consecuencia, debemos tener en cuenta las dimensiones constituyentes de nuestras acciones, especialmente las que se refieren al ámbito regional y global. En ellas, querámoslo o no, estaremos incidiendo y formando parte de un tejido más complejo que nos toca ir conociendo mejor y procurando intervenir en él, según nuestras posibilidades:
 Nos comprometemos a  procurar los medios necesarios de información y discusión sobre los procesos de globalización y su incidencia en el continente, así como en el ámbito nacional y local, participando de los movimientos de denuncia de una globalización excluyente y discriminadora, procurando apoyar los movimientos orientados a la construcción de una globalización solidaria e inclusiva, desde nuestros proyectos y centros, así como participando de movimientos y redes nacionales, regionales e internacionales.

2.1.3.     Memoria – Identidad – Proyecto
 Hacer memoria pasa por la mente y el corazón. Remite a los orígenes, a nuestra historia personal y colectiva. Identidad y memoria mutuamente se exigen. El proyecto nos lanza hacia adelante. Exige definiciones y opciones.  Proyecto y  memoria se articulan dando significado a la vida, así como dinamismo y consistencia a la identidad.  El proyecto nos obliga a una negociación con la realidad, a identificar el campo de posibilidades en que estamos insertos:
 Nos comprometemos a trabajar la génesis de nuestras propuestas educativas,  dejándonos interpelar periódicamente por sus rasgos configuradores, en diálogo con los nuevos desafíos, para hacer propuestas de futuro coherentes con los rasgos de identidad de nuestros centros y proyectos. Daremos especial atención a esta tríada en los momentos de evaluación y planificación institucionales  anuales.

2.1.4 Diálogo Intercultural – Interreligioso – Pluridimensional
 En esta época estamos especialmente interpelados por una cuestión que puede ser así sintetizada: igualdad y diferencia. Articularlas no es fácil. Vivimos en sociedades plurales en el ámbito religioso, cultural, político, social, económico. Enfrentamos cada día la realidad del encuentro con el diferente, el otro. Muchas veces estas relaciones están en nuestras sociedades marcadas por la discriminación, la exclusión y la negación de la dignidad de grandes mayorías de hombres y mujeres. Se trata de promover procesos gracias a los cuales se transformen el espíritu y la forma de las relaciones, cuestionando todo cuanto niega la humanidad del otro. Surgen así, sensibilidades y capacidades nuevas para celebrar y hacer juntos en un proceso que va abarcando todas las dimensiones de nuestra humanidad:
 Nos comprometemos a desarrollar procesos  que promuevan  el reconocimiento del otro, el acercamiento y diálogo con distintas realidades culturales y religiosas, así como a trabajar en nuestros centros y proyectos las cuestiones de género y la valoración de las distintas etnias presentes en nuestras sociedades, sobre todo las que pertenecen a los pueblos originarios y a los afrodescendientes.

2.1.5. Pedagogía Situada – Participativa – Interdisciplinar
 El rasgo más relevante de una pedagogía en situación es el carácter participativo de los procesos de comprensión y construcción de la realidad. De ese modo se posibilita la comprensión de los sujetos de la educación como sujetos de su propia historia, contribuyendo igualmente al empoderamiento de los mismos y a la toma de decisiones sobre su destino. Esa comprensión deberá responder a una perspectiva holística, desechando cualquier visión que desemboque en la compartimentación de la totalidad, que desintegre las dimensiones de lo social, lo humano y lo trascendente:
 Nos comprometemos a realizar procesos participativos que partan del análisis permanente de la realidad que estamos viviendo y procuren incorporar las contribuciones de las distintas ciencias sociales y humanas, en diálogo con la teología y una lectura creyente de la realidad, de modo que favorezcan un enfoque interdisciplinar y una visión global y amplia, conjuntamente construida de nuestra acción educativa.

2.1.6. Educadores Lúcidos  – Comprometidos - Agentes Culturales
 Los educadores/as  estamos llamados, hoy, a no reducir nuestro papel a la dimensión técnica o cognitiva. Nuestra lucidez radica en saber descubrir, entre las nuevas mentalidades y búsquedas del presente, las expresiones de una sensibilidad profundamente amorosa y solidaria que trasciende el momento o el placer inmediato, que va más allá del instante y que apunta hacia la integralidad del ser humano. Las personas que asumimos la responsabilidad de educadoras y educadores tenemos que poner en juego nuestra inteligencia creativa, siempre abierta y audaz, para captar los momentos oportunos de discernir la realidad y buscar alternativas que llevan al cambio:
Nos comprometemos a promover procesos de formación continuada de educadores, capaces de desarrollar la capacidad de acoger críticamente los procesos de construcción de nuevas subjetividades e identidades, especialmente entre los jóvenes; a colaborar en la construcción de un pensamiento en perspectiva alternativa; a tener una visión lúcida de la realidad, a ser sensible a las diferentes expresiones culturales y audaces para identificar las posibilidades  de desarrollar ensayos y acciones transformadoras que lleven, particularmente, al compromiso con los sectores excluidos, con aquellos que sufren opresión e injusticias.
  
2.1.7. Procesos Educativos – Nuevas Tecnologías – Redes de Solidaridad 
 En la llamada era de la información los sujetos son invitados a un proceso autogestionario del conocimiento. La intervención educativa está llamada a ser flexible frente a la diversidad de sujetos y situaciones. Cada vez más esos procesos producen una capacidad de navegar en redes, favoreciendo la construcción del conocimiento en interacciones múltiples, así con el empleo de diferentes lógicas. Las nuevas herramientas tecnológicas permiten dar una dimensión hasta ahora desconocida a los procesos de aprendizaje y construcción del conocimiento. La discusión de ideas y prácticas o la movilización en torno a hechos de injusticia pueden difundirse rápidamente a escala planetaria. Permiten producciones flexibles, fácil y rápidamente  comunicables a un gran número de personas. El mundo virtual de los procesos educativos puede generar nuevos espacios para la interacción de ideas, conocimientos y propuestas, así como para la solidaridad y la construcción colectiva de una cultura a servicio de la vida:
 Nos comprometemos a incorporar las nuevas tecnologías de la comunicación y la información en los procesos educativos que desarrollamos,  promoviendo la democratización de su uso, la formación de una conciencia crítica frente a sus posibilidades y límites, así como a participar de redes virtuales de intercambio, discusión  y solidaridad.

 2.1.8. Constructores de Saberes – Prácticas Sociales – Articulados a Otros
 En situaciones muy diversas, nuestros pueblos han sabido articular espacios de construcción de saberes sociales a partir de experiencias culturales de organización y de relaciones que han dado por resultado  prácticas sociales y conocimientos integrados en el mundo de la vida. Es necesario hacer una reflexión crítica de esos saberes y prácticas presentes en la dinámica de nuestras organizaciones, sistematizando sus conquistas para confrontarlas con nuestro horizonte de valores y sueños. Nuestro unir fuerzas con otros nos permitirá ir compartiendo y transformando aquellos conocimientos y prácticas que no redundan en mejor comprensión de la realidad, en la solidaridad, la igualdad, la democracia participativa, de forma que podamos crear nuevas maneras de producción de saberes y prácticas sociales emancipadoras:
Nos comprometemos a reconocer y valorar los saberes construidos en las prácticas sociales cotidianas, particularmente por los grupos populares y los educadores, a confrontarlos con los saberes científicos y a aunar fuerzas con los diferentes grupos y organizaciones comprometidos con la construcción de propuestas alternativas orientadas a hacer posible sociedades más justas y fraternas. 
  
2.1.9. Resistencia – Celebración – Esperanza
 Vivir en los diferentes ámbitos sociales el respeto efectivo de los derechos humanos individuales y colectivos, producto de relaciones sociales marcadas por la fraternidad, la justicia y la solidaridad, supone resistir a todo lo que compromete este dinamismo. Nuestros pueblos han manifestado, a lo largo de toda su historia gran capacidad de resistencia en medio a innumerables crisis y grandes dificultades. También saben celebrar las conquistas y las pequeñas alegrías del día a día. La capacidad de hacer fiesta y celebrar la vida es una característica muy fuerte de las culturas latinoamericanas. Construir socialmente la Esperanza en tiempos difíciles, en los cuales la desesperanza campea y proclama la imposibilidad de soñar, es fundamental. Remite a los espacios socioculturales en donde se recrea esa resistencia en tanto celebración de la vida y se construyen nuevos sentidos para vivir y luchar, alimentados por los valores del Reino:
Nos comprometemos a ser constructores de Esperanza. A apoyar todas las manifestaciones de resistencia en contra de lo que deshumaniza y refuerza los mecanismos de exclusión y marginación. A celebrar la vida en sus distintas manifestaciones. A promover la capacidad de hacer fiesta y alegrarse en nuestros procesos educativos. A dilatar la mente y el corazón a la pasión por el Reino de Dios y su justicia, promoviendo el derecho a la felicidad de todas las personas.